29 mayo 2013

Una pausa, por favor.

Sentado en el suelo pasas la mañana. Una farola hace las veces de respaldo. En tus manos un cartel dice que eres huérfano. Un hombre se detiene delante de tí, posa el cigarrillo recién encendido en el cenicero y entra en el estanco. Fuma Marlboro. Compra una cajetilla de 4,65, sale y se monta en el todoterreno de ciudad. En el cenicero queda ese cigarrillo, consumiéndose, detrás tu cartel también dice que cuidas de un hermanito y detrás tú que sigues distraído las rodillas de los traseúntes. Un hombre que fuma L&M entra en el estanco, compra una cajetilla de Camel y, cuando me despido de él, que pase un buen día, la farola ya no sujeta tu espalda. El vacío de tu vaso de plástico y el abismo de esa realidad a la que no me asomé, se han ido a otra parte. Y una mujer que fuma DunHill Light y compra DunHill Light mete su cajetilla en un bolso que dice ce hache, ce hache, ce hache y sale del estanco.

03 mayo 2013

Una pausa

Un trozo
de acera grande
quiere ser plaza
a las sol y cuarto. 
Dos bancos escuálidos
se miran de frente
esforzándose
por lograrlo. 
Pero la acera
no es plaza. 
Una mujer
de pelo negro
aparca
a otra mujer
de pelo cano
al lado del banco
y se sienta. 
Desde frente
las saludo:
Hola. 
Al vientecillo y veinte
observo
que la una
le pregunta
a la otra
si tiene frío 
observo 
Le coloca la chaqueta
mesa su pelo
besa su mejilla. 
La mujer
de pelo cano
apenas
encoge la cabeza
un poco. 
La mujer
de pelo negro
mira a la mujer
de pelo cano
y sonríe. 
La quiere
la besa
la cuida. 
Amor familiar
pienso. 
La pausa
termina. 
Me levanto
digo: Adiós 
Adiós,
me responde
la mujer
de pelo negro
mientras el pelo cano
baila tranquilo
al aire. 
El acento
de pelo negro
me dice
que su amor
no es de sangre
sino de energía. 
Para entonces
son las nubes y media
y ahora que la plaza ya es plaza
tengo que volver.

02 mayo 2013

Inconvenientes de ser persona en Madrid

Cuando las personas que viven en Madrid son fascistas y quieren decir 'España, una grande y libre' convocan una concentración y se autoriza. Cuando las personas de Madrid son antifascistas y quieren decir 'fuera fascistas de nuestros barrios' se las intimida mandando diez furgones de policía y unos cincuenta agentes nacionales con pistolas de salvas. 
Cuando las personas quieren hacer gala de su homofobia, lo hacen libremente, pero cuando las personas quieren decir 'Así, así, ni un paso atrás, contra la homofobia, poder popular' se las separa, se las identifica una a una y, sino, se las llevan a comisaría. 
Cuando una persona en Madrid quiere exhibir una bandera franquista, lo hace con normalidad. En cambio, cuando una persona en Madrid quiere exhibir una pancarta que diga 'Madrid antifascista' debe saber que la policía se la puede arrancar de las manos y tirarla a la basura. 
Cuando una persona en Madrid toma la determinación de 'dejar de ser persona, para ser español, para ser un soldado en potencia', puede estar tranquila. Ahora bien, cuando una persona de Madrid decide ser persona por encima de cualquier otra cosa, entonces, debe estar bien convencida y no tener miedo. Debe asumir que irán a por ella. 
Cuando las personas deciden ser personas y no tienen miedo, se cuidan y graban lo que pasa, para que otras personas puedan ver lo que está pasando en Madrid, aunque no salgan de casa.   
Y cuando las personas personas en Madrid se organizan así, entonces, ya no hay quien las pare. Además, sucede que 'ser antifascista no es ilegal' y que España no es 'una, grande y libre', sino un Estado de derecho (aunque parezca más un Estado policial).

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Que los buitres
huracanen mi cuerpo
desde la altura