20 febrero 2014

Representación y mandato

La representación es una figura originaria del derecho privado, mediante la cual una persona llamada representante asume la voluntad de otra incapaz, llamada representado, y actúa en nombre de ella, con gran libertad, de hecho el representante se subroga la personalidad y en la voluntad del representado, lo sustituye plenamente. En general requieren representante, los menores de edad y los incapacitados.
La organización de un sistema político alrededor de la figura de la representación, modelo defendido originariamente por Montesquieu, concebía pues, al pueblo como una masa de analfabetos incapaces de gobernarse sin caer en la anarquía o el caos, con lo cual la única manera de garantizar la gobernabilidad, la protección y la libertad era mediante la delegación del poder soberano en manos de los más capaces (supuestos representantes). 
La tesis opuesta al constitucionalismo anglosajón montesquiano la modeló Rousseau, gran admirador de la República romana y de sus instituciones. Para Rousseau, inspirándose en Roma, la representación era la negación de la soberanía del pueblo que no puede ser delegada. En contraposición a la figura de la representación, Rousseau defiende la figura del mandato
En el mandato, figura también originaria del derecho privado, se produce un contrato consensual, por el que una persona llamada mandante, que dispone de total lucidez y capacidad, ordena a otra llamada mandatario/a que haga en su nombre tal o cual gestión. No obstante, el mandante no enajena su personalidad ni voluntad, sino que simplemente cede algo de autoridad para que, en su nombre, el mandatario haga determinadas diligencias y vigila constantemente el cumplimiento del mandato, reservándose el derecho de rescindir el mandato en cualquier momento.

Estas y otras muchas cosas estoy aprendiendo con '¡Ahora es cuando, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia', país que sustituyó la figura de representación por la de mandato. 

16 febrero 2014

#30

Nadie le avisó que pasaría relamiéndose durante años. Sin pensarlo, mordió ese trozo de carne.

15 febrero 2014

Monólogo Interior Bruto

Nuestros pasos sobre el asfalto son lentos pero decididos. Nuestra voz a veces charla, a veces canta, a veces grita. A veces nos miramos. A veces nos evitamos. Jugamos entre la multitud a ser vecinas, amigas, cómplices, compañeras. Aunque a veces no nos sale.

Quisiéramos comernos el mundo, pero apenas abrimos la boca grande, nos resfriamos. Mejor será ir despacito, nos dice una gota de lluvia. Y seguimos su consejo. Contentas de haberlo hecho, nos abrazamos y disfrutamos el momento, bajo la tormenta.

Quisiéramos que este instante dure eternamente. Quisiéramos que todos los males del mundo desaparecieran en ese mismo instante. Pero eso no ocurre. Y seguimos esquivando las balas, a sabiendas de que algún día alguien morirá.

Seguimos empapándonos, bajo este cielo negro que no deja de llorar. Quisiéramos que pare. Quisiéramos que sonría con nosotras. Pero el cielo está compinchado con los de arriba y las gotas duelen. Quisiéramos subir y tirarles del flequillo, agarrarles su pelo teñido. Y quedarnos un mechón.

Un sueño repetido se convierte en verdad. Por eso les tiramos al Arlanzón una y otra vez. Les ahogamos con nuestra voz. Un día se ahogarán. Se ahogarán. Decimos. No necesitaremos que Interior les dispare mientras intenten alcanzar la orilla. Simplemente se pondrán morados y dejarán de respirar. O quizás, mejor, un negro les dispare, por si acaso.

Eso ocurrirá mañana. Mientras nosotras nos echemos unos bailables en nuestro Centro Social, sus corbatas irán flotando de camino al oceáno Atlántico. A su paso por Pampliega una trucha silbará y otras personas también bailarán bajo un sol de justicia. (o eso voy a soñar)

#32

Mina en la radio
recuerdo de una chispa
lo efímero