30 junio 2016

Amor intrauterino

Hay noticias que son como un bate golpeando (te) en el estómago. Duro. Te cortan la respiración, cortando tu hilo con la vida. Hay situaciones difíciles de sostener. Difíciles de ver, de comprender. Hay personas ahí totalmente desconectadas de sí mismas. Hay personas que hacen daño. A veces insconscientemente. Otras deliberadamente. Y el resultado es el mismo: Hay partidos populares que ganan las elecciones una y otra vez.  

Hubo días en que soñaba asambleas, preparaba órdenes del día, diseñaba un cartel o una acción... Hay días que sueño tirones de pelo rojo, mordiscos en carne morbida, grasa. Desesperación e ira a partes iguales. Hay días que sueño con desaparecer bajo tierra. Reencarnarme en avestruz, que también tienen el cuello largo, como las jirafas, y no ver. No escuchar. No saber. Pero no funciona. Una siempre es. ES aunque no quiera.

Hay días que entregué mi vida a una causa política. Jornadas de 8, 10, 12 horas capitalistas. Otros días que entregué a causas personales y no por ello menos importantes. 14, 16, 18, 20 horas. ¿Dónde empiezan y terminan los cuidados? Lo personal es político. Dicen. Me entregué a esas causas en cuerpo y alma. Me entregué con todo mi ser. Siendo. Estando presente hasta cuando me prohibían estar. Con mi cuerpo, en asambleas, reuniones, mumbles, abrazos, besos, mensajes, pensamientos, puentes verde esmeralda, cartas. Todo. Me entregué con mi escucha, mi comprensión, con mi vitalidad, mi optimismo. Todo lo bueno que hay en mi. Y también mi mala hostia. Que para algo soy Pitta, Leo con ascendente Leo. También todas mis sombras, también.

Muchos segundos, minutos, horas, días, semanas he pasado desconectada de mi. De mis verdaderos deseos, de mis verdaderas pasiones. Parecía que había algo mejor en lo que ocuparse. Eso parecía. Y, en cambio, el resultado fue catastrófico y elocuente a partes iguales. Ansiedad. Ansiedad incrustrada en el pecho como una losa. Perenne. Ansiedad de esa que no te deja respirar. Ansiedad.  Por creer que no tenía un camino propio, me metí en otros. Creer. Las creencias te pueden arruinar la vida. Ojocuidao.

Mucho tiempo en definitiva invertido para descifrar algo esencial. El amor como motor. Como única salida. El primero a ti misma. A mi misma. Un día escribí que lo más altruista que puede hacer una persona es amarse a si misma. ¿Os imáginais si todas nos amáramos bien? No harían falta psicofármacos, ni cuidados psicoemocionales, ni habría daños colaterales derivados del sufrimiento, ni dolores, ni existirían las frases: 'voy a ver a Pepita que me ha dicho que está detrozada que la ha dejado el novio'. No. Si nos amáramos bien eso no existiría. Ni esa frase ni tantas otras. Seguro que a ti ya se te han ocurrido algunas. Y después de habernos amado a nosotras, amor incondicional a todos los seres vivos. A las plantas, a los animales, a las personas. Amor incondicional como ese amor que dicen, dicen, sienten las madres por sus hijos. 

Amor siempre. Porque lo contrario, el odio, la rabia, la ira, te destruyen, te minan, se te cuelan por el aparato respiratorio empezando por la nariz y te contaminan los bronquios. Y ya no puedes respirar más, ni abrir el pecho, ni sonreir a pleno pulmón. Y entonces te separas de la vida, de las personas que tienes cerca, te vas encerrando y te conviertes en prisionera de ti misma. Así lo he sentido. Ya no puedes más que consumirte en tu propia negrura y en la que contagias a los demás. Es el peor veneno que he conocido.

Cuando el humo negro comienza a aparecer, miro adentro. Y busco el contrario. Me siento o me tumbo y busco la luz, busco el amor, todo aquello que de bueno haya en mi. A veces lo he buscado agarrada a un cuarzo rosa bruto pegado a mi pecho. Otras lo he buscado en mis intestinos con un citrino amarillo. Otras en mi útero. Ese espacio que remuevo como me enseñaron el otro día con un cucharón de metal, lo remuevo y visualizo el liquido que lo va limpiando. Preparándolo para cuando tenga que acoger la vida. Solo de pensar en ese momento, en mi momento, sonrío. Algún día llegará. Sonrío.

Y ya, con una sonrisa en la boca, la cosa cambia. ¿Dices que exagero, que soy una happyflower no se qué? Bueno, prueba a cerrar los ojos, prueba a llevar tu atención al pecho, o a tú útero, o a cualquier otra parte de tu ser, prueba a buscar tu luz ahí, respira tres veces de forma profunda y esboza una sonrisa. Seguro que no te quedas igual que estabas....

Y si eso no funciona, te animo, desde lo más profundo de mi útero, a poner a prueba a Patanjali, practicando la meditación concentrada, que es la suma de la atención, la contemplación y la meditación. Me ha encantado esto:

3.24 Con la meditación concrentrada sobre la amabilidad, la compasión, etc. se obtienen los poderes de esas cualidades.
3. 25 A través de la meditación concentrada sobre cualquier tipo de fuerza, por ejemplo, la fuerza de un elefante, se desarrolla la fuerza correspondiente. 

Bienvueltas a mi blog. He venido para quedarme a contarte esas cosas pequeñas y bellas que ocurren en MundoDo.