Al salir de la ducha, rescaté un pendiente con su tuerca, de la rejilla. Lo volví a ensartar en la oreja. Me sequé el pelo y me fui a la cama. Estaba pa choped, ultimamente no conseguía descansar bien. Dormí sola. Amanecí desorejada. Ni rastro de los pendientes, ni las tuercas en toda la casa.
Hasta hoy.
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