Cuando solo los ojos expertos
podían adivinar
la vida manifiesta en los tuyos
y la forma ya decrépita
y dependiente de otras formas...
tu forma,
ya casi totalmente independiente de tu voluntad
tu forma,
convertida en roca,
limitación,
cárcel,
hoy trasnmutada en cenizas,
recuerdos de una risa eterna
de un pulso vital alegre
de un color de ojos valiente.
Ahora,
tu forma,
libre de la forma,
vuelta a su esencia: espíritu sin forma, libre, suelto, infinito,
nos regala de nuevo el eco de esa risa eterna,
entrecortada,
tuya.
Esa risa que perdura (rá)
más allá
de las alegrías
y las penas.
Esa risa nuestra
que volerá a reverberar
en nuestro próximo encuentro.
Cuando sea.
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