No sé tu nombre aún
y sin embargo sé que vienes en nombre de la luz y el juego.
Por eso te invoco sin palabras,
viéndote en escenas de bondad y alegría,
abriendo el corazón de los hombres y mujeres que te rodean,
empezando por el mío.
Te imagino, belleza, caminando presente
y tus cabellos negros azulados ondeando al viento
recordándonos nuestra esencia
de amor, de ternura y fuerza, de compañía amable y generosa.
Veo tu piel humana, divina,
curtida de sol y éter
rica de experiencias y memorias
para compartir.
Veo en tus ojos los míos,
siempre brillantes,
a pesar de todo,
siempre aguardando
el despuntar de la victoria al alba.
Miguel o Deva,
hasta que sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario