Alrededor de mi se arremolinan
las preguntas,
la espectación,
las esperanzas,
la alegría sana y hermosa de la vida misma,
la compañía sanadora y la pesada, también.
Ausencias. Siempre hay.
Siempre hay quien falta para quien anhela.
Quien no anhela nada, ya lo tiene todo.
Por mi parte también hay preguntas
espectativas
esperanzas,
anhelos mil,
miedos también,
miedos a los que no quiero
poner palabras
ni dar voz.
Ya hay bastante catástrofes en el mundo
o tejas sueltas en los tejados.
Gotera:
diré que tengo miedo
de que no quepa
más dicha en mi.
Que no quepa más gozo extático,
ni presencia para mi y para lo que es:
Esta pancha de la que me despido.
Este agua que me limpia.
Esta casa, cada día más casa, que me acoge.
Esa red femenina (y no solo) de apoyo que se va mostrando para mi.
Este Álvaro con cara de enamorado.
Este mi hermano que vuelve a convertirse en padrino,
como nosotros en padre y madre.
Pero eso aún no es.
Y es perfecto.
Tan perfecto como la muerte de Marta
y el suicidio de Verónica.
Nacimiento y muerte
Placer y dolor
Son solo dos caras de la misma moneda.
Y la moneda siempre es la misma:
la vida
lo que es.
Y quisiera que tú también rozaras con la punta de los dedos 'esto':
la vida en tu interior, moviéndose, abriéndose paso a cada instante,
mantenerte presente aquí y ahora,
agradeciendo cada aliento,
cada arcada, cada noche horrible, dolor lumbar, costal, medial,
cada palabra,
cada toquilla blanca
a todas las tías cristis del mundo.
Aunque creas que sepas lo que va a ocurrir mañana,
tus carnes abriéndose,
la electricidad recorriendo las espalda,
cualquier imagen,
un encuentro, una reunión, proyección, un viaje...
en realidad no sabes nada.
Yo tampoco.
Y repetirlo: no sé nada.
Y repetirlo: Esto es lo único que existe
Y repetirlo: Ahí fuera hay muchas tejas sueltas.
Es muy hermoso.
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