31 diciembre 2014

Señoras que se mojan

Foto DISOPRESS
Éramos pocas, pero teníamos un plan. Sencillo, pero un plan: plantarnos ahí con la pancarta y decir bien alto que el agua es un derecho y no una mercancía.

Para llegar a ese punto, casi pierdo la cabeza, entre mails, tuits, asambleas y la M30 que sigue rodando. Aquella mañana, ya todo el plan en marcha, ya todas organizadas, unas por aquí las otras por allá y ahí nos plantamos, decido disfrutarlo abrazándome a las solfónicas y a su canción. Recorriendo las calles cantando 'Mójate mójate yaaaaa, que el agua es un bien común (bien común, bien común) que nos quieren quitar (que nos quieren quitar)'. Una decía: - haz tu los coros. Y la otra hacía lo que le parecía. ¡A ver sino! A mi, por ejemplo, me pareció apropiado destrozarles la canción... Llevábamos ya un rato siendo felices, cuando uno vino a decirnos que mejor no cantáramos. Así que continuamos nuestro camino cantando hacia dentro, ya calentando para la nueva fase 'Ley Mordaza' de esta nuestra democracia.

Y así, cantandito, primero hacia afuera, después hacia dentro, llegamos. ¡Ya! Y nos plantamos. La mala fortuna quiso traernos con el tráfico rodado una lechera de munipas que se quedó varada en la tercera fila. Así que, verdaderamente, nos plantamos muy muy poco. Una lástima.

Uno de los munipas se pegó un saltito. Se dio cuenta de que con una carpeta en la mano no iba a poder cortar la cuerda. Pegó otro saltito, con la carpeta ahora entre la rodillas. Peor. Tuvo que dar un tercer saltito, ya con la carpeta en el suelo, para poder cortar la cuerda. Así que agarramos la pancarta y nos fuimos a la concentración con las mismas. 'Bien común, bien común, que nos quieren quitaaaaar'.

Aquella mañana nos metieron un triple cuando sonaba la bocina. Aprobaron emitir bonos por valor de 1.000 millones de euros en el Canal Gestión S.A. O, lo que es lo mismo, abrieron de par en par las puertas de la privatización del agua de Madrid a pocos meses de las próximas elecciones. También decidieron que, a partir de ese momento, cada vez que esos estafadores de lo público se reúnan, cobrarán 600 euros. Y, en el camino, detuvieron a un trabajador del Canal que también estaba allí. Así que con todo aquello en la mochila: pancarta, detención y triple en tolacara, vuelvo para casa.

Casi vuelvo a perder la cabeza entre mails, tuits, llamadas, preguntas, cansancio, el cable del ordenador pelao, el wifi que no va, mi casa sin luz y la M30 que no deja de rodar. Y solo cuando me recompongo de todo eso, solo cuando mi cabeza vuelve a estar en su sitio, unos días después, miro las fotos.

¿Quién era esa mujer que está a mi lado, bolsa de los recaos en mano? No tengo ni la menor idea. ¿De dónde venía y en qué momento se cogió de nuestra mano? Tampoco.

Pero adoro a las 'Señoras que, en lo que van a comprar cuarto y mitad de chopped, se adhieren a una acción directa en defensa del agua pública'.

Y, en cuanto brinde, me acordaré de ella. Y de todas las personas dignas que aquel día se plantaron en contra de la privatización del agua. Por ellas: Chinchín.