05 julio 2021

Cambios

De pronto los olores se volvieron más intensos:

la lavanda, la menta, el tabaco, la noche. 

Sensación de asfixia en mi propio cuerpo.

La oscuridad y todo eso que ya escribí.


Después, la huida, el regreso a mí, 

a mi nuevo mí. 

Regreso al viento norte

cantando Lokah Samasta

y flores blancas de la acequia 

cayendo sobre la caravana y el jardín.

(todo para mi)


Después, sí, el malestar digestivo, 

el agotamiento, el asco, la dependencia,

la molestia de la cortacésped cortando el césped siempre a la hora de la siesta

y todo eso que siempre que se cuenta se cuenta. 


También la alegría, la ilusión, ay que ganas,

la magia, las felicitaciones, los buenos deseos, los llantos. 


(me encantan los llantos)


¿Podemos aceptar que todo está en constante cambio?

Porque todo está en constante cambio:

el desdoble del corazón, la piel multiplicando células,

el liquídito de los pepinillos, los movimientos que ahora ya son imposibles.

Y esto va a más.

A más a más.

¿Podemos aceptar que la vida nunca se estanca?

Eso mismo me pregunto 

mientras solo observar estos árboles bailar

me da asiento en el torbellino de emociones que siento. 

¿Qué siento?

Soy una bomba de relojería a punto de estallar. 

Si detono solo una de las palabras bombas que me habitan,

una o dos personas morirán.

Tic tac.

La vida es breve.

Tic tac.

La vida siempre se está acabando. 

Tic tac. 

La vida siempre está explotando. 

En cada palabra. 

En cada flor.

En cada abeja hincando su aguijón en tu sien.

Tic tac.

La vida se abre paso

en mi oscuridad.


¡Que se detone la vida!

¡Bang!

Con todas sus consecuencias.