09 mayo 2019

Vuelo sin motor

Las partículas 
están suspendidas 
en el aire.
Penden de hilos invisibles, 
inciertos. 

Digo mucho esa palabra, 
me recuerdan, 
incierto.

¿Acaso no es incierto 
incluso para los que creen 
que están en lo cierto

Yo se que un castillo 
se puede derrumbar 
en un día. 
Lo he visto. 

Tal vez mañana 
esté construyendo 
otros castillos.

Puede 
que ya 
lo esté construyendo 
de vuelta. 

Después de todo
la materia
es solo la densidad
de algo más sutil
y lo sutil,
quién sabe por donde va.

Ni si quiera yo se por donde voy
Ni si quiera se si voy.

Hoy lo único que se
es que es doloroso
recoger los pedazos de un castillo.

Lo único que se es que la piedra pesa.
Mucho.

¿Programo 
la realidad 
con mi pensamiento?

¿O simplemente 
hay cosas 
que son blanco sobre negro?
¿negro sobre blanco?

Me recuerdo que yo 
no vine a formular 
preguntas.
Mucho menos 
a responderlas. 

Me detengo y respiro
entre la incertidumbre
y lo único cierto:
que nada permanece.

Y las partículas siguen 
en suspenso 
en el aire.



27 febrero 2019

A todas las chamanas, todas.

Cuando te sientas triste
toca tu tambor te va a recordar el latido del corazón de tu madre. 
Cuando no entiendas nada
Prende el sahumador, el humo de copal te purificará el alma. 
Cuando sientas miedo
báñate con agua llena de flores y plantas ellas se deshacen de todos los fantasmas. 
Cuando sientas apego
habla con el fuego el es el maestro de la transformación.  
Cuando estés estancada
pregúntale a tu abuela agua, ella te contará cómo el movimiento te regala la fluidez. 

Cuando tu cabeza de muchas vueltas toca el caracol, la fuerza de tu aliento despejará con el viento esas dudas y dolor. 
Cuando pierdas tu conexión,
reza con tabaco y el elevara tus mensajes a los ancestros. 
Cuando quieras morirte
habla con la tierra, ella sabe de renacimientos. 
Pero no te sientas sola, que todos los espíritus están a tu lado.  
Estás acompañada de una tribu llena de amor y luz. 
Estás acompañada de un sol que te calienta y protege cada día de tu vida. 
-Lucrecia Astronauta-

20 febrero 2019

Lo que aprendí de los árboles

Para mí, los árboles siempre han sido los predicadores más penetrantes. Los venero cuando viven en tribus y familias, en bosques y arboledas. Y aún más los respeto cuando están solos. Son como personas solitarias. No como los ermitaños que se han alejado de alguna debilidad, sino como los grandes hombres solitarios, como Beethoven y Nietzsche. En sus ramas más altas el mundo cruje, sus raíces descansan en el infinito; pero no se pierden allí, luchan con toda la fuerza de sus vidas por una sola cosa: cumplir sus propias leyes, construir su propia forma, representarse a sí mismos. 
Nada es más sagrado, nada es más ejemplar que un árbol hermoso y fuerte. Cuando un árbol se corta y revela su desnuda herida de muerte al sol, se puede leer toda su historia en el disco luminoso inscrito de su tronco: en los anillos de sus años, sus cicatrices, toda la lucha, todo el sufrimiento, toda la enfermedad, toda la felicidad y la prosperidad están escritas con sinceridad, los años estrechos y los años lujosos, los ataques soportados, las tormentas superadas. Y todo joven agricultor sabe que la madera más dura y noble tiene los anillos más estrechos, que en lo alto de las montañas y en continuo peligro crecen los árboles más indestructibles, más fuertes, los perfectos. 
Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharlos, puede aprender la verdad. No predican el aprendizaje y los preceptos, predican, sin inmutarse por los detalles, la antigua ley de la vida. 
Un árbol dice: Una semilla está oculta en mí, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. El intento y el riesgo que la eterna madre llevó a cabo conmigo son únicos, la forma y las venas de mi piel, el juego más pequeño de hojas en mis ramas y la cicatriz más pequeña en mi corteza. Fui hecho para dar forma y revelar lo eterno en mi detalle más pequeño y especial. 
Un árbol dice: Mi fuerza es la confianza. No sé nada acerca de mis padres, no sé nada acerca de los mil hijos que cada año salen de mí. Vivo el secreto de mi semilla hasta el final, y no me importa nada más. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi labor es sagrada. Con esta confianza vivo.
Cuando somos golpeados y ya no podemos soportar nuestras vidas, entonces un árbol tiene algo que decirnos: ¡Quédate quieto! ¡Estate quieto! ¡Mírame! La vida no es fácil, la vida no es difícil. Esos son pensamientos infantiles. El hogar no está aquí ni allí. O el hogar está dentro de ti o el hogar no está en ninguna parte.
Un anhelo de deambular desgarra mi corazón cuando escucho a los árboles crujir por el viento en la noche. Si una los escucha en silencio durante largo rato, este anhelo revela su núcleo, su significado. No es tanto una cuestión de escapar del sufrimiento de una, aunque pueda parecerlo. Es un anhelo por el hogar, por un recuerdo de la madre, por nuevas metáforas para la vida. Esto lleva a casa. Cada camino lleva a casa, cada paso es el nacimiento, cada paso es la muerte, cada tumba es la madre.

Así que el árbol cruje por la noche, cuando nos sentimos incómodos ante nuestros propios pensamientos infantiles: los árboles tienen pensamientos largos, respiran mucho y descansan, al igual que tienen vidas más largas que las nuestras. Son más sabios que nosotros, siempre que no los escuchemos. Pero cuando hemos aprendido a escuchar los árboles, la brevedad, la rapidez y la prisa infantil de nuestros pensamientos logran una alegría incomparable. Quien ha aprendido a escuchar los árboles ya no quiere ser un árbol. No quiere ser nada más que lo que es. Eso es el hogar. Eso es felicidad.

11 febrero 2019

Mas amor porfavor

Nunca es demasiado amor
amor en el amor
en la bañera
en el azul. 
Amor a raudales
descomesurado
amor descomunal
amor de embargo
calamitoso
amor en celo. 
Amor volador
amor radiante
amor libre
amor. 
Amor en volandas
encendido
amor prieto
amor escondido a espuertas. 
Mi favorito:
Amor amor. 
Y nunca es demasiado.

09 febrero 2019

El misterio de los pendientes.

Al salir de la ducha, rescaté un pendiente con su tuerca, de la rejilla. Lo volví a ensartar en la oreja. Me sequé el pelo y me fui a la cama. Estaba pa choped, ultimamente no conseguía descansar bien. Dormí sola. Amanecí desorejada. Ni rastro de los pendientes, ni las tuercas en toda la casa.

Hasta hoy.

49.

Alas me fueron dadas
para besar
la tierra con las puntas.

02 febrero 2019

Castillos circulares


Veo poesía
en los campos
grises
de rocio
y niebla
a contraluz
en las mañanas.

Veo lo majestuoso
tanto
en la inmensidad
del mar
como
en el sándwich
sucio
del techo
de mi casa.

Camino dos puntitos
de ensoñación
por encima
del suelo.

Voy ligera
alegre
ingenua
inocente
con la mirada limpia
y la cabeza llena
de finales felices.

A cada rato
agarro la bomba.

Metros
y metros
de escenarios y
circunstancias
posibles
y siempre
los mismos
protagonistas
(y algún actor secundario)

Voy inflando
de a poquitos
el castillo
con apenas
un nombre
y una impresión.

No hay
segundas
oportunidades
para una
primera impresión.

Impresión
nudo
desenlace.

Y siempre
amor,
sorpresa,
romanticismo y rock&roll,
escenas cotidianas,
estupideces,
risas muchas,
y de repente un...
y después un ah...
y de repente viene y me dice
y yo le digo
y ah...

Y siempre
¡Boom!

Normalmente
algún petardo
hace que mi castillo
en el aire
salte
por los aires. 
Es
im
pe
pi
na
ble
Mostaza
en el ojo
con lo que escuece. 
Y bien
me limpio. 
Vine
aquí
a jugar. 
Voy ligera
alegre
ingenua
inocente
con la mirada limpia
y la cabeza buscando
primeras impresiones.
Sueño poesía
en los cielos
azul marino
y las estrellas
surcando
las copas
de los pinos. 

31 enero 2019

Una chispa

Nada es hoy que ayer no fuera
constante transformación
rama, leña, ascua, ceniza
valiente es la evolución. 
Guarda el calor de tu vientre
acomoda a tu gusto el salón
las noches de alcoba en silencio
siguen a las de pasión. 
Toca, toca a ver si quema
toca, toca chilindrón
espera paciente, niña
que se haga la digestión. 
Azul, rosa, amarillo
encendido el corazón.
Bombea sangre, cariño,
muerde el licor del bombón.

24 enero 2019

Un soplo

Viene y va viene y va
¿se quedará?
siempre una se pregunta
¿se marchará? 
Canta, baila, viene y va
brisa soplo y cantito
beso alegre que deja
siempre fresquito. 
Inhalo la savia que
cala en mi piel
Escupo la bilis que
me sabe a hiel. 
La siento aquí en mi cuerpo,
ondulándome
la siento allá en mi alma
elevándome.

23 enero 2019

Pandilla se hace al nadar


Hay algo de la vida de los vestuarios que me fascina. Siempre me ha fascinado. Es como entrar en otra dimensión. La misma cosa dicha en un vestuario suena a confidencia.

En los vestuarios se ve todo. Lo de las demás y lo de una. Entre la desnuded, el olor a cloro, el sudor, los pelos del coño y el gorro de silicona estirándonos las sienes hay poco que esconder.

Y menos aquí, en Ibiza, donde nos vemos las caras casi todos los días, las mismas. Aunque tampoco podría jurarlo. Ir a la piscina forma parte de mi ritual cotidiano aquí. Cuando cae el sol, hago las últimas cosas que queden por hacer y me voy para allá con marcha ligera. Hago unos largos, lo más rápido que puedo y, con el aliento entrecortado, me meto en el jacuzzi. Termino con un poco de sauna. Rara vez aguanto más de 5 minutos. Y me vuelvo al vestuario.

No suelo hablar. No solía hablar, pero ahora, que llevo tapones para no encharcarme los oidos, menos. Es un buen ejercicio. Escucho mis pensamientos, moldeo mis fantasías, medito, aprovecho para sanarme alguna molestia física, escribo mentalmente. A veces duermo.

Estoy presente y escucho las conversaciones de las pequeñas, de las madres y de las abuelas. Algunas en catalán otras en castellano. Podría llevarme una bolsa de pipas y entretenerme con ello. Es hermoso ser testigo de la normalidad del día a día. Día a día las mismas personas compartiendo, creciendo. Me siento afortunada de poder entender de qué hablan. Aunque más que el contenido, me interesa el color. Los colores mezclándose en el aire. Y yo respirándolos.

Me siento testigo de la vida, de la alegría de las mujeres, de sus rituales, sus cremas, sus cestitas de potinges, sus secadores. Me siento parte de la vida con ellas. Vida a la escucha. Y me pregunto cómo será la vida en el otro lado del vestuario. En el de los hombres. ¿Cómo sonará la vida de ese lado?

Poco a poco empiezo a hacerme amiga de alguna. Vienen a mi... como curiosas.  A otras las conozco de otras cosas, y cruzamos un par de palabras. Y yo agradecida de que vengan, de verlas. A veces alguien me dijo que parecía un muro infranqueable. Nunca supe de qué hablaban.

Hoy:

- Psss psss.

Miro atrás. Es a mi.
La mujer se pone a mi lado frente al espejo.
Levanta la barbilla, pone los labios como un tubo.
Yo no entiendo de qué habla.
Sigue haciendo gestos con la cara, hasta que pillo que es la altura.

- Te llego por la cintura. Metro cincuenta mido. ¿Tú?
- Ayer me robaron 3 centímetros. Mido 1.82.
- Pues yo habría dicho 1,90. ¿De donde eres?
- De Burgos.

Me mira sorprendida.
- ¡Joder con la morcilla!
- Si yo te contara... Ven, vamos a hacernos una foto.
- Vamos. Pitufina y Gargamel.
- ¿Yo soy Gargamel?
- Claro.



22 enero 2019

Una gota

La vida llega serena
y yo la dejo pasar
no me importa lo que traiga
se que me lleva hasta el mar.

Mantengo mi cauce limpio
para que pueda surcar
mis valles y mis montañas
con gracia y facilidad.

Represas de miedo y mente
surgen siempre, es la verdad
quisiera solo observarlas
sin dejar de disfrutar.

Transparente o fosforita
no se puede eso cambiar
silenciosa o campanilla
bailando se hace el compás.