13 junio 2020

Lo hueco

Observo lo inocuo
de no saber
lo simple de dejarse
atravesar.

Observo
mi cuerpo de cartón
mis ojos fijos.

Veo mi reflejo en la pantalla
y me da miedo
¿acaso soy eso yo?

Observo el vaivén de las hojas de los árboles
a través de la ventana.

Observo el canto de los pájaros
mezclado con el de todos los sonidos de la comunidad
en un sábado por la mañana.

Observo todo con atención
También mi oquedad
mi desgana
la piel de gallina
las uñas mordidas.

Y no hay nada que pueda hacer
podría sonreir
pero no sería honesto.

Puedo rendirme.
Eso sí puedo.

Esto está hecho de paja
y de barro
Lo uno sin lo otro
no funciona.

¿Para que intentar escaparse?

Si alguien te promete una llanura
dile que ahí también hay pozos.

Si alguien está siempre en el pozo
tirale una cuerda
y vete.

De todos modos
a nadie le importa
y es justo que así sea.

La melancolía ES
igual que las amapolas de los campos
SON
y nadie les dice nada.

Lávate los ojos y observa.
Tu no eres nada de eso.
Yo no soy estos dedos
Yo no soy esta mirada.

Soy ESO que observa
lo aplastado de este mirar por la ventana
sin querer salir corriendo.

Las amapolas también desaparecen.
Y nadie las echa de menos.



12 junio 2020

Lluvia de car t ó n

La jornada amanece
entre hueca y desinflada
un nudo se hace fuerte en la garganta.

Un llanto inesperado emerge a las 13.20
¿un llanto de qué?
Un llanto de quéseyo
tímido, lastimoso.

Es un llanto de soledad
un llanto de hombros caídos
de siempre igual
y siempre sola.

La jornada discurre hueca,
sin contenido vital,
las teclas se pulsan una tras o t r a.
Sin pasión, sin emoción.
Mi cuerpo se ha vuelto de car t ó n.

En el autobús intento estar presente,
prestar atención al rodar de la luz
por la órbita de mi ojo
sentir su tintineo en la retina
sin titubeos
haciendo tilín ahi atrás.

Y quizás ese haya sido el mayor abceso de vida
 mientras mi cuerpo,
hueco.

Ni quiera la guillotina,
la sangre, la humillación lo han podido rellenar.
El mundo
la monarquía
está ahí
y yo aquí.

- Hola
- Hola

Me da igual.

Mis tibias se cansan se estar de pie.

Agradezco que la mascarilla tape la mitad de mi cara, igualmente inexpresiva.

Dolor en la espinilla,
podría meterlo en mi colección de oxímorones.
o en mi colección de dolencias
extrañas de las vidas sin vida.

Y es que no vivir duele.
Y el dolor nos enseña a vivir.
En el corazón o en la ingle
no importa.

¿Cómo puede decir
Federico García Lorca
que olvidemos
la tristeza
o la melancolía?

¿Se pueden acaso olvidar los tropezones en las aceras
o no perder el autobús de en punto a y cinco?

La vida está hecha de vida
Y las tormentas de tristezas que quieren salir y no pueden.
Hasta que llueven.

Y, por fín, llueve.

01 junio 2020

Querida amiga:


Cuando te dije que creía que éramos las dos discretas, en realidad, me equivoqué de palabra.
En realidad quería decir que éramos unas perdedoras. Inconscientes, sí, pero perdedoras. De donde vienen las cosas no cambia el efecto que tienen las cosas. Estamos abonadas a perder. Deseosas de perder. Nos encanta montarnos en barcos que se hunden. Sentir que somos las que estamos en lo alto, ser la cabeza del naufragio. De discretas nada, querida. Gilipollas sí, pero demasiado orgullosas como para verlo. Para dejar de montarnos en barcos que se hunden, hace falta verlo. Y querer salir, claro. Pero eso ya es cosa tuya, y, la verdad, me da igual lo que hagas.

Hoy lo vi. Y solo te lo quería contar, de forma honestamente unidireccional.

Me pareció que el matiz era importante.