12 junio 2020

Lluvia de car t ó n

La jornada amanece
entre hueca y desinflada
un nudo se hace fuerte en la garganta.

Un llanto inesperado emerge a las 13.20
¿un llanto de qué?
Un llanto de quéseyo
tímido, lastimoso.

Es un llanto de soledad
un llanto de hombros caídos
de siempre igual
y siempre sola.

La jornada discurre hueca,
sin contenido vital,
las teclas se pulsan una tras o t r a.
Sin pasión, sin emoción.
Mi cuerpo se ha vuelto de car t ó n.

En el autobús intento estar presente,
prestar atención al rodar de la luz
por la órbita de mi ojo
sentir su tintineo en la retina
sin titubeos
haciendo tilín ahi atrás.

Y quizás ese haya sido el mayor abceso de vida
 mientras mi cuerpo,
hueco.

Ni quiera la guillotina,
la sangre, la humillación lo han podido rellenar.
El mundo
la monarquía
está ahí
y yo aquí.

- Hola
- Hola

Me da igual.

Mis tibias se cansan se estar de pie.

Agradezco que la mascarilla tape la mitad de mi cara, igualmente inexpresiva.

Dolor en la espinilla,
podría meterlo en mi colección de oxímorones.
o en mi colección de dolencias
extrañas de las vidas sin vida.

Y es que no vivir duele.
Y el dolor nos enseña a vivir.
En el corazón o en la ingle
no importa.

¿Cómo puede decir
Federico García Lorca
que olvidemos
la tristeza
o la melancolía?

¿Se pueden acaso olvidar los tropezones en las aceras
o no perder el autobús de en punto a y cinco?

La vida está hecha de vida
Y las tormentas de tristezas que quieren salir y no pueden.
Hasta que llueven.

Y, por fín, llueve.

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