15 febrero 2014

Monólogo Interior Bruto

Nuestros pasos sobre el asfalto son lentos pero decididos. Nuestra voz a veces charla, a veces canta, a veces grita. A veces nos miramos. A veces nos evitamos. Jugamos entre la multitud a ser vecinas, amigas, cómplices, compañeras. Aunque a veces no nos sale.

Quisiéramos comernos el mundo, pero apenas abrimos la boca grande, nos resfriamos. Mejor será ir despacito, nos dice una gota de lluvia. Y seguimos su consejo. Contentas de haberlo hecho, nos abrazamos y disfrutamos el momento, bajo la tormenta.

Quisiéramos que este instante dure eternamente. Quisiéramos que todos los males del mundo desaparecieran en ese mismo instante. Pero eso no ocurre. Y seguimos esquivando las balas, a sabiendas de que algún día alguien morirá.

Seguimos empapándonos, bajo este cielo negro que no deja de llorar. Quisiéramos que pare. Quisiéramos que sonría con nosotras. Pero el cielo está compinchado con los de arriba y las gotas duelen. Quisiéramos subir y tirarles del flequillo, agarrarles su pelo teñido. Y quedarnos un mechón.

Un sueño repetido se convierte en verdad. Por eso les tiramos al Arlanzón una y otra vez. Les ahogamos con nuestra voz. Un día se ahogarán. Se ahogarán. Decimos. No necesitaremos que Interior les dispare mientras intenten alcanzar la orilla. Simplemente se pondrán morados y dejarán de respirar. O quizás, mejor, un negro les dispare, por si acaso.

Eso ocurrirá mañana. Mientras nosotras nos echemos unos bailables en nuestro Centro Social, sus corbatas irán flotando de camino al oceáno Atlántico. A su paso por Pampliega una trucha silbará y otras personas también bailarán bajo un sol de justicia. (o eso voy a soñar)

No hay comentarios: