13 febrero 2020

Sobre el arte

El sol en la 49 me sigue teniendo para dentro. Eso o estoy entrando en el otoño de mi ciclo menstrual. Otoño que para mi sería como primavera. Creo que ya te he contado que una parte de mi está en el otro hemisferio. Osea que en el Otoño de mi ciclo que sería mi primavera dislocada no quiero ver a nadie. Ni que me vean. Condiciones ideales para cruzarme la ciudad y llevarte de paseo.

Apago el móvil. Basta de instagram. El instragram es la nueva tele.

Hay que prestar mucha atención a lo que dejamos entrar. Hoy he sido consciente de la materialización de dos pensamientos. Dos. En menos de dos horas dos pensamientos se han materializado. Vivir en la era del plasma es lo que tiene. Como dice el pesadoto Parise, esto es así, lo que cambia es si lo haces consciente o no, pero estás creando realidad a cada paso.

Yo hoy he dado muchos pasos. Estaba aburrida de tener la cadera encasquillada. Así que me he acompañado de Alice Wonder y me he ido al CAB. La segunda de las exposiciones me ha sorprendido mucho, la tercera no la he soportado y la primera estaba bien. Sin más. Yo no tengo ni idea de arte. A duras penas puedo imaginarme a las personas haciendo arte. ¿Qué será el arte? No lo sé, ni en qué se distingue de la decoración, el interiorismo o un chiste.

Ayer leí la visión de Gurdjieff del arte. Como con muchas, todas, las cosas que leí, me explotó el cerebro o se crearon nuevas conexiones neuronales, todavía no lo sé.

«Lo que Ud llama arte es sólo una reproducción mecánica de la naturaleza, de otras personas personas (la primera), o simplemente una fantasía o un esfuerzo para lograr originalidad (la segunda). El verdadero arte es completamente distinto. En las verdaderas obras de arte, especialmente en las antiguas, se encuentran muchas cosas que son casi imposibles de explicar. Contienen 'algo' que no existe en las obras modernas. (...) Hay una diferencia enorme entre el arte del que habla Ud y el arte del que hablo yo. En el arte suyo todo es subjetivo. (...) Todo es accidental, ósea que todo se basa en asociaciones accidentales: la impresión del artista y su creación, la percepción de los espectadores, oyentes o lectores. En el verdadero arte no hay nada que sea accidental. (...) Este es el verdadero arte, el arte objetivo. Imaginemos una obra científica, un libro sobre química o astronomía. Es imposible que una persona lo entienda en una forma y otra en forma distinta. Todo aquel que esté suficientemente preparado y que pueda comprender el libro, comprenderá lo que el autor quiso decir. Y lo comprenderá justamente en la forma en que el autor quiso decirlo. Una obra de arte objetivo es lo mismo que esos libros, sólo que afecta al lado emocional y no el lado intelectual de la persona».

Al leer esto me transporto al Koricancha, Cusco, Perú. Si la Iglesia Católica no fuera una apisonadora despiadada y corrupta, ese sitio sería hoy el lugar central de culto de la tradición andina. El templo del Sol. Parece que los incas, los hijos del Sol, como algunas gentes les llaman, compartían algún conocimiento con Gurdjieff que a la Iglesia Católica se le escapa.

«'La inteligencia del Sol es una inteligencia divina', respondió G. 'Pero la Tierra también puede llegar a serlo'»

Koricancha fue un lugar que me conmovió energéticamente de una forma única hasta entonces. No se explicarlo. Tenía el cuerpo estremecido y en algunas salas la sensación era más evidente que en otras. La guía que iba conmigo me preguntó si estaba bien cuando delante de una plancha de metal con algunos grabados me puse a llorar. Le dije que creía que sí, que creía que estaba llorando a causa de la plancha y le pregunté qué querían decir aquellas formas. Me dijo que eran las Pléyades.

Después, la conversación con la guía terminó en espíritus, seres sin cuerpo, presencias y esas cosas tan típicas de Iker Jiménez y esa visión tan cortita de lo paranormal. Se emocionó hablando de ello y le agradecí la apertura, recuerdo, mientras me quedé preguntándome cuándo iba a llegar alguien a explicarme algo de aquello. Las pléyades y ese llanto. Koricancha y ese cuerpo mio del revés... Creo que ayer G me ayudó a atar algún cabo.

Pienso en hacer arte así, cosas pequeñas, intencionales, experimentar que para eso estamos aquí, pienso en el arte Damanhuriano. ¿Tendrían ellos presente esa concepción del arte? Quisiera ver más arte como el que ví en Perú y tal vez en Egipto (pero entonces yo estaba dormida). Ver cosas inspiradoras, agradeciendo las preguntas que llegan hoy y que son las que nos hacen avanzar y no el pastiche de la planta baja. De todos modos, si se trata de decoración o de ocurrencia, me ha parecido mucho más artístico este letrero que me he encontrado de camino. Peluda es una palabra ganadora. Siempre.

De todos modos, yo iba al CAB a meditar. A constatar, en el silencio de unos 30 jipis reunidos, el gusto y la insistencia de los video artistas por los sonidos machaconamente irritantes y repetitivos sin ningún tipo de trascendencia ni gozo sonoro. Objetivamente, creo que todas las personas que estábamos ahí, hubiéramos preferido el modo muteado de ese video.

Al salir hablamos de Florence and the machine y de cómo cambió al hacerse famosa. En la catedral hay un rodaje. Recuerdo esa parte del texto que traduje esta mañana:

«En cuanto a escritoras, actores, músicos, artistas y personas políticas, casi sin excepción son todas enfermas. ¿Y de qué sufren? En primer lugar, de una opinión extraordinaria de sí mismas, luego de las exigencias y, finalmente, de la "consideración", es decir, de una predisposición a ofenderse ante la más mínima falta de comprensión o aprecio».

Y yo sigo para dentro. Poniendo atención para no volverme más gilipollas.

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