20 diciembre 2020

Reverdezco

Adoro la luz de lluvia
difuminada
entrando en la habitación.

Tus ojos temblando
de asombro
la niebla en el valle
y ese silbido
que nunca habías hecho
y nunca más podrás repetir.

A veces la vida me
cansa
me cansa el apego al dolor
en la vida
las ganas de problemas
me cansa
la no vida
la adicción a la sombra
a la oscuridad del alma por norma
ser testigo de eso
sostenerlo
o cruzarme de brazos.

O ir contra la cortina
Ir.

Atravesar la niebla del valle
a zancada limpia
rezar
para que paren de llover
lamentos.

Para para
para que pueda
admirar tu belleza
sin fruncir
el ceño.

Para para
para que me arrodille ante ti.

Para para
para que mis palabras 
bienintencionadas
vuelen y se eleven 
con los buitres.

Para para
para que mis manos 
puedan ser 
alimento 
para los desesperanzados.

Para para
y abriéndose el cielo
recuerdo que
aún 
Aún
hay tiempo
para el brillo del alma.

Ser una con todo
y recordar:

No hay tiempo
circular
para lamentos
estériles
en la tierra fértil.

Recojo tu temblor
lineal
en mi vientre
estrellado.

Me maravillo
con la belleza
de lo fácil
en este hotel
de sábanas blancas.

Y tu cuerpo
desnudo
frágil
estirado
al alba

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