19 octubre 2011

Cuando las bicis hablan

Cuando las bicis hablan, dicen que están hartas de no tener su sitio propio, que con lo grande que es la ciudad, ya les podían hacer un hueco, que al fin y al cabo no ocupan tanto y ni ensucian, ni cagan, ni mean, ni suenan, ni huelen, ni contaminan, ni nada.

Cuando las bicis hablan, responden a esos coches monstruosos que parecen rodar gracias al claxon, diciéndoles que tampoco los todoterrenos están hechos para esta ciudad infestada de callecitas estrechas, que no sean tan ridículos. Y que si tienen que esperarse un poco y, durante 5 minutos, ir a 20km/h que se aguanten y tengan paciencia, que la calle es de todos.

Cuando las bicis hablan, responden a los ineptos que no, que no se habían dado cuenta de que esto no era Amsterdam, que el día menos pensado en vez de comer olivas iban a comer arenques crudos con la caña de después del curro. ¡No te digo! No. Les dicen que claro que esto no es Amsterdam, que allí no hay boinas. Y que nosotros, para librarnos de la nuestra, primero deberíamos librarnos de ese pensamiento simplón que sostiene que el coche (y el carné) es necesario y de ese discurso publicitario que martillea que sean la extensión visible del hombre hecho y derecho y que los asocian absurdamente con la libertad. Las bicicletas se preguntan qué leches tendrán que ver la ITV, el seguro, el garage, los robos, los choques, los partes, la gasolina, los puntos, los atascos y el túnel de lavado con sentirse libre.

Cuando las bicis hablan, les dicen a todos los peatones que quieren echarles a la carretera que eso es muy peligroso, que los coches van como locos, que si quieren saber de verdad cómo es eso que caminen por una de las vías cuando el tren viene por detrás, pitando. Y ya verán cómo se les ponen los nervios. Pero claro, los peatones no quieren saber nada, lo único que quieren es quejarse y molestar. Eso sobre todo.

Cuando las bicis hablan, se acuerdan de todas las compañeras que perdieron por el camino en accidentes, muchas veces, evitables. Se acuerdan de todas las lágrimas que vertieron al verlas hechas un amasijo informe de tubos, cadenas y piñones. Y se ponen tristes. Por eso, las bicicletas sólo hablan los últimos jueves de mes.

2 comentarios:

Vilkina Stuart dijo...

Por cierto, este jueves hablamos!! Te unes? a las 20'00 en cibeles... no te digo ná y te lo digo tó! ;)

Do dijo...

Deberíamos mandarselo, si. Malditapijaredomadamaleducadadeloscojo... hasta aquí puedo escribir. El jueves mi bici descansa mientras yo entreno. Una pena.