20 julio 2012

Manifestación contra los recortes #19J

Ayer se había convocado una manifestación para protestar contra los recortes. Después de la movilización de los funcionarios del domingo y las concentraciones de los días siguientes en numerosos puntos de Madrid y por distintos colectivos, todo apuntaba a un éxito de participación. Cosa que efectivamente se dio. ¡El recorrido de la manifestación ya estaba cubierto de gente a la hora de partida!

Muchas personas que no suelen participar en movilizaciones de este tipo, ayer se sumaban a la convocatoria. Paseando por las calles de Madrid se podían ver enfermeros, doctoras, profesores, personas invidentes, actrices, productores, técnicos de la televisión y el teatro, personal del samur, policías, niñas, bomberos, personas desahuciadas, ancianos, militantes en partidos políticos como Equo o Izquierda Anticapitalista, activistas del 15M, banderas y banderas de sindicatos, montones de siglas desconocidas para mi y quien sabe cuántos colectivos más que quizás no vi. Ayer era una manifestación de todas las personas, porque todas tenemos de qué quejarnos. 

Y todo iba bien. Yo me fui moviendo por aquí y por allá y no vi ningún incidente raro. La gente hacía lo que se hace en las manifestaciones: silbar, gritar, cantar, caminar, aplaudir. Esas cosas. 

Después de un rato parada, viendo pasar gente y gente, subo por Gran Vía y, bajando por Callao, llego a Sol, donde me encuentro un suelo lleno de espuma y bomberos recogiendo mangueras. La plaza está atestada y la gente está tranquila y supongo que cansada. Ya se cumplen cuatro horas de manifestación. Me encuentro con un compañero de la Asamblea y está tan contento como yo de que por fín todas las personas salgan a la calle, de que hoy haya costado ver al 15M entre tantos colectivos. Me despido de él y me doy otra vuelta por Sol. De la fuente ahora mana espuma. Otro golpe de efecto de los bomberos, que pasan pitando por la plaza con el camión, entre los aplausos de la gente. Montones de furgones de policía están en la plaza también, pero nada apunta a que vaya a haber cargas. La gente está tranquila, charlando, tomando una cerveza, colgando carteles, haciendo fotos a la fuente, jugando con la espuma... 

Me voy a Cedaderos. Al llegar me asusto. Un coche de policía da marcha atrás hasta la plaza Canillejas. Objetos caen sobre el capó. La gente les grita. Luego me explican que el coche ha entrado por la calle, atestada de gente, cosa que se interpreta como una provocación. El coche se va. Poco después la gente empieza a correr, sin razón, despavorida. La plaza, un segundo antes concurrida, se queda vacía. El nerviosismo general contrasta con la tranquilidad del director de la Solfónica, a quien veo charlando con un amigo, como si nada, en mitad de la plaza.

Entro en el meollo. El despliegue policial es impresionante. No puedo si quiera contar cuantas lecheras y agentes hay. Por lo visto, han arrestado a dos bomberos que están en Moratalaz y después de un rato de negociaciones con la policía, los bomberos se van. La gente dice que van a cargar, pero yo no me lo puedo creer. Más allá de llamarles 'esquiroles', 'hijos de Fabra' y los típicos 'haber estudiao', no pasa nada más. 

Apenas pasan unos minutos de la marcha de los bomberos y la gente empieza a correr despavorida. No se qué pasa. Me dan un golpe en el codo y el móvil cae al suelo. La gente lo pisa, lo arrastra y yo lo sigo con la mirada. Mis dos amigos me gritan, quieren salir de ahí, pero conmigo. Suenan disparos. Por fín puedo coger el móvil del suelo y salimos corriendo por la calle del Príncipe, donde la gente al pasar va tirando contenedores en mitad de la calle. De pronto, incendian un conjunto de ellos. La gente está muy nerviosa. Apenas hace falta ver a una persona correr para que todos hagamos lo mismo, por si acaso. 

Una persona sale de un comercio con un extintor, a apagar el fuego. Después, llegan los bomberos para terminar de extinguirlo. Entre el humo y el polvo, vuelven a sonar disparos y salimos de la Plaza Santa Ana corriendo, otra vez. Los guiris que están en huertas no entienden nada. Sólo oigo decirles 'What the fuck!', 'what the fuck!' 

Estoy nerviosísima, pienso que son capaces de todo. Han cargado sin motivo aparente. O quizás ha pasado algo que no he visto... no se, en cualquier caso pienso que para disolver una manifestación primero podrían probar a decirlo con un megáfono. 

Nos vamos a la calle Atocha a tomar una cerveza, lo necesitamos. Y vemos cómo llegan ocho furgones, de los que bajan cinco agentes de cada uno, armados con pistolas. Salen corriendo camino a Lavapiés. No entiendo nada y estoy preocupada, pero no puedo volver a meterme en el jaleo, estoy muy nerviosa. 

De pronto veo a un compañero de la Asamblea. Me cuenta que él estaba en Cedaceros, en primera línea, así que le pregunto si alguien les ha tirado algo a los antidisturbios, si hubo algún motivo para cargar. Me dice que no, que él no ha visto nada raro. También le pregunto cómo está la cosa en el barrio y me dice que viene de la Plaza Lavapiés y que está todo tranquilo. Respiro de alivio. 

Pero hoy veo que en Lavapiés los antidisturbios han vuelto a propasarse, sin motivo, que han herido a personas, sin motivo, que andaban por las calles buscando algo que no existía, como perros rabiosos. Y me pongo muy triste de ver que una manifestación multitudinaria y ejemplar termina así, de esta forma tan fea e injustificada. Una vez más, los antidisturbios se convierten en prodisturbios. Una vez más, siento impotencia.

Os dejo un par de vídeos de las cargas en Cedaceros y alrededores y en Lavapiés

Por supuesto, hay que denunciar la actuación injustificada de la policía, pero prefiero terminar con lo importante: que ayer fue un día grande, en el que muchas muchas personas salieron a la calle a protestar pacíficamente. Así que también os dejo algunas de las fotos que hice durante el día. Casi todas, como casi todo lo que ocurrió ayer, bonitas, en positivo, sumando.

Ver todas las fotos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la información. Buen trabajo.