Ella dijo:
— Soy tuya.
Él dio un paso atrás:
— ¡Pero no! Tú tienes que ser libre.
Ella dijo:
— Soy tuya,
y por eso soy libre.
Él dijo:
— No es posible.
Ella dijo:
— Desde luego,
no entiendes absolutamente nada.
Escucha que soy tuya
como si lo dijesen
el viento, el mar o las enredaderas.
Él abrió mucho los ojos.
Ella dijo:
— Se llama bien común,
y se define
porque tenerlo tú
ni lo aleja del resto
ni podría
volverlo más pequeño.
De “Los idiomas comunes”Laura Casielles (2010, Hiperión).
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