18 marzo 2015

Hoy que estoy cerca de los 30.

Hoy mi amiga Martita me ha hecho reír a mandíbula batiente en nuestro paseo por La Cabrera. Martita activa nuevas zonas de tu cerebro llamando a los pájaros facilillos. O imaginándolos formando una coalición ciudadana para las anteriores elecciones del pueblo. Ganaron otros, te dice. Pensaron que aquello era… demasiado. Siempre dice ese tipo de chorradas cuando menos me lo espero, así que la risa se me escapa a borbotones de la boca bastante a menudo.

Hoy he pensado en Alberto, en cómo estaría, he llamado a Dani, quería invitarle a cenar. Me he alegrado de que la profa de Margarita vaya a dar otro curso de masaje ayurvédico desde ya. ¡Bien! Quiero hacerlo. Me he acordado de mi hermano, porque como anda fastidiao de la vida por culpa del estómago, le he mandao un podcast de una mujer que he conocido hoy. Se llama Suzanne Powell y ha ideado la Dieta Disociada, una dieta fácil que nos hará la vida fácil.

También hoy Oscar nos ha mandado un mail. El asunto decía ‘Crowdfounding emocional’.  ¡Qué maravilla de asunto!- he pensado. Y he abierto el correo.  Y aquí estoy escribiendo lo que nos ha pedido.

Dice que nos vendría bien pararnos un poco y así lo creo.  Yo, de hecho, llevo unos cuantos meses, quizás ya años, desacelerando. Nunca se cuánto tiempo ha pasado desde la última vez. O entre esta cosa y esta otra. Y el otro día, cuando me quise dar cuenta estaba ya cerca de los 30. Y, ahora que pienso, creo que empecé a desacelerar cuando me fui de casito, porque ya no era casito feliz. Eso fue la víspera de un primero de Abril, lo se porque empezaba en un nuevo curro de mierda. Eso fue en 2013. Lo sé porque tuvimos que mirarlo el otro día en la cuenta bancaria.

A unos meses de cumplir 30 últimamente mucha gente a mi alrededor tiene 26. Así que durante unos pocos días estuve pensando qué carajo había hecho yo entre los 26 y los 29, porque no siento que nada de lo que esté haciendo ahora esté conectado con eso. Al menos nada de lo que me hace sonreír. Algo parecido le tuve que decir a Martita, porque ella me habló del ‘retorno de Saturno’. Míralo – me dijo. Y lo he leído. El retorno de Saturno ocurre entre los 28 y los 29 años y es como un nacimiento astrológico. El post que he leído habla de ‘cambios en el trabajo, la residencia, la familia, los proyectos o la vida en general’ y de  ‘cambios drásticos o rupturas‘ de relaciones. Yo lo tengo todo. Desde que me fui de casito he tenido 5 trabajos distintos. He vivido en 6 casas distintas, he dejado de fumar después de 16 años de fumar casi ininterrumpidamente, he renunciado a 30 centímetros de pelo que tardaron 6 años en crecer y he cambiado mi dieta. Saturno habla de ‘afrontar con compromiso, disciplina y realismo las circunstancias personales’ y así siento que ocurre también después de años de vuelo sin motor.

Después de mucho divagar estoy decidida a atreverme a vivir la vida que quiero vivir. Por eso empiezo a visitar pueblitos donde la gente vive de forma autónoma (o lo pretende). Quisiera yo también un día despertarme con el cántico de los pájaros o con el sonido de la lluvia en algún material más noble del plástico que escucho ahora. Quisiera yo experimentar lo salvaje, lo terrenal de una huerta, lo líquido de un río pasando a la vera de tu casa (o similar), quisiera yo aventurarme a esa vida sin jefes, al menos unos cuantos meses al año. Será que el hecho de comenzar a hacer la terapia que quizás hacía años tenía que haber hecho, me está ayudando a desatascar nudos. No se porqué será que estoy decidida a emprender un nuevo viaje profesional. Y por eso, desde muy recientemente me formo y me intereso por el ayurveda, el yoga y todo lo que tenga que ver con la toma de conciencia hacia dentro, con la salud, con el bienestar, con las formas de estar bien sin necesitar a nada ni a nadie. Como se escribía en el libro 'Ru' que narraba la emigración de una mujer emigrada de Vietnam a los Estados Unidos, ningún calvo teme que le tiren de la coleta. 

Y ahí voy yo. Decidida a vivir mejor con menos. Hace un tiempo hablábamos con Antonio y otros amigos, sobre el cambio que habían dado los tiempos. Y pensábamos que, mientras que antes con 30 te comprabas un coche, ahora, con suerte, tienes una bici. No lo perdimos todo por el camino. Más bien creo que con toda esta sacudida algunas salimos ganando. Oscar se pregunta por nuestras expectativas, proyectos planes… No se si alguna vez tuve alguna expectativa concreta sobre la vida. Si la tuve creo que no he cumplido con ninguna. Y sin embargo, me siento feliz. Nada hay más emocionante que volver a nacer a los 30, como yo, o a los cuarenta, como se titula la novela de mi amigo Oscar.


Renacer. Os lo recomiendo a todas, tengáis la edad que tengáis. 

1 comentario:

Raquel dijo...

Do!. Estás guapísima con tu pelo nuevo. Vivan tus casi 30 y mis 43.