31 julio 2020

Rudrón

 Camino entre los adoquines

y el asfalto. Y ambos rebotan un calor inusual por igual.

En los bordes se ven los huecos, los vacíos legales, las faltas en el descuento.

Una mujer nos advierte en el autobús que debemos subirnos las mascarillas. Y aunque ninguno compartimos esa óptica del deber reímos conscientemente.

El calor se siente de igual manera.
De igual manera que se impone otro shock, otra sacudida, otra vez la misma historia.

Y yo quiero
De verdad quiero
no caer.
No sucumbir
ni al miedo
ni al cabreo.
Quiero seguir malabareando por el canto de esa moneda, cada vez con más maestría.
Aprendiendo trucos.
Quiero seguir surcando mis aguas, las aguas que yo quiero surcar y por eso,
sola o acompañada,
da igual,
Mañana iré a contarle al Rudrón
Lo agradecida que estoy de que siga ahí recordándome allí a lo que no quiero volver.
Iré a limpiarme con las aguas del Rudrón y pedirle que me lleve sí a ese lugar en el que pueda dejar de ver lo hueco, lo estúpido de esta nueva normalidad, la falta a un minuto del descanso.

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